Lo que pasó este domingo me recuerda al círculo vicioso de una relación violenta.
Primero el victimario ejerce violencia. Después se arrepiente y busca compensar su error, la víctima se auto-convence que será la última vez y lo perdona. Entran en una etapa de negación y “luna de miel”, hasta que el victimario vuelve a agredir, sólo que esta vez, con mayor intensidad... y así, se repite el círculo.
Que nos quede claro, AMLO NO VA A CAMBIAR. Lo que presenciamos en la “consulta” del nuevo aeropuerto, es sólo el principio. El próximo presidente ya nos dio muestra de su irrespeto a la ley, a las instituciones y a la democracia dejando en claro que lo que vale es lo que el quiere, sin importar las formas en que lo haga para imponerlo, poniendo como escudo la frustración, el resentimiento y/o la ignorancia de muchas personas (perdón, pero es la verdad).
AMLO ES UN DICTADOR QUE NO SE VA A DETENER. Es difícil aceptarlo, es más fácil negarlo, pero es la realidad y hay que verla. Si no lo hacemos, ya sabemos en qué acabará la historia.
Estoy muy preocupado... pero también tengo una esperanza realista que me dice que México no es el Venezuela de hace 20 años y que tenemos los líderes, las ideas y la fortaleza para contrarrestar los grandes retos y peligros que se nos vienen encima. Quiero creer que tenemos los anticuerpos necesarios para evitar que nuestro país termine de romperse.
Con este panorama, sólo veo que este fin de semana fue el principio del fin. El principio del circulo vicioso para que este dictador termine con la democracia de nuestro país y la libertad de cada uno de nosotros. O, el principio del rompimiento de este complejo de víctimas que nos impide tomar el destino de nuestro país en nuestras manos.
Nosotros aún tenemos el poder, para seguir siendo un “pueblo sumiso” o para convertirnos en la ciudadanía madura que se hace responsable de su futuro y que tanto necesita nuestro país.
El respeto a la Ley y a las Instituciones es fundamental.
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