“La historia es aburrida y no me va a servir para nada”, es el común de las ideas con las que me he encontrado, primero en mi etapa de estudiante con mis compañeros, y después como docente, con algunos alumnos. Y aprovechando estas fechas, quiero retomar algunas ideas que considero importantes sobre la historia de nuestro país.
Antes de entrar en tema, ¿por qué existe la idea de que la
historia es aburrida? O bien, ¿para qué nos sirve en la vida real?
Lo que sucede es que estamos acostumbrados a conocer (o enseñar)
la historia, como un proceso de aprendizaje de fechas, nombres, lugares… y de
preferencia, todo de memoria. Sin embargo, nos quedamos sólo con la parte superficial
de esta materia, la cual en el fondo, tiene el objetivo de darnos a conocer
nuestro pasado, para comprender nuestro presente y decidir nuestro futuro.
Tristemente la historia de México, además de tener (en la mayoría
de los casos) un método pedagógico aburrido y obsoleto, cuenta una historia de
odio y sumisión, de héroes y villanos.
Primera historia: La conquista de México. Se nos ha enseñado que
los “malditos españoles” vinieron a conquistarnos. Pero habrá que entender que
México, no existía como tal, lo que había era un imperio (el azteca), que
dominaba al resto de los pueblos indígenas, que por cierto se sumaron a la oda
de Cortés para derrocarlos.
Nosotros somos mexicanos, unión de la raza indígena y española, ni
nos conquistaron ni fuimos conquistados, somos el resultado de la unión de las
dos culturas. Pero mientras, la conquista del imperio azteca (no de México), es
una historia de odio a los conquistadores, de sumisión indígena (o sea
nosotros, según esto) y de villanos -los españoles-, quienes nos dieron (ahora
sí, a los mexicanos), un idioma homogéneo, unión política y estabilidad social.
Segunda historia: La independencia de México. Es muy curioso o
hasta gracioso, que nos centremos en el inicio de una guerra que duró once años
y que no logró nada. Porque la verdadera independencia de nuestro país se dio
por vías diplomáticas que duraron menos de un año. Peor aun, es la tremenda injusticia que se
comete con los personajes de esta historia. Porque si bien, los caudillos como
Hidalgo, Allende, Aldama, Morelos y compañía lucharon por la independencia; no
terminaron siendo más que personas con muy buenas intenciones pero con muy
malos resultados. Y a Iturbide, quién realmente logró nuestra independencia, se
le ve como uno de los más grandes traidores de nuestra historia, su único error
al parecer, fue no haber fracasado en su lucha y haber vivido para contarlo.
Podríamos seguir hablando (y sorprendiéndonos) de la caricatura
que se ha montado de nuestra historia -digna de un guión de la novela del horario
estelar- con la cuál el mexicano crece odiando -con un sentido profundo de
inferioridad-, idolatrando a superhéroes nacionales y repudiando a personas que
son fundamentales en nuestra historia.
Hoy, como mexicanos, no debemos tener miedo de poner en tela de
juicio las “grandes hazañas” y a los “grandes ídolos” de nuestro país porque
no, no es blasfemar contra nuestra nación. Es el primer paso, para conocer
nuestras raíces, y así reconocer lo que somos, evitar errores del pasado y
construir un mejor futuro.
Juan Antonio López Baljarg
@juanlbaljarg
https://www.youtube.com/watch?v=AnhHM4g6yb8
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