En 2015, la Asamblea General de las Naciones
Unidas que reúne a los líderes de las naciones del mundo adoptó la Agenda 2030
que incluye 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Cada uno de los
objetivos tiene metas especificas de la esferas económica, social y ambiental,
como lo son pobreza, educación, trabajo, paz, entre muchas otras.
Esta agenda fue firmada y adoptada por los
gobiernos de los países, quienes se han comprometido a implementar acciones
para el logro de sus objetivos en 2030. Cabe mencionar que un esfuerzo de esta
magnitud tiene el reto de ser una estrategia horizontal de metas comunes, sin
que esto implique el control o la manipulación política e ideológica de ningún
tipo, reconociendo la soberanía de la soberanía de las naciones, principio
rector de la fundación de las Naciones Unidas.
A cinco años de su lanzamiento y a diez de la
fecha meta, me parece importante analizar y profundizar el papel de la familia
en esta agenda global. Para eso, retomo las ideas principales del estudio
“SDG´s and families” (ODS y familias) publicado por la UNICEF en 2018, el cual
menciona que “en todos los ODS estudiados, el papel de las políticas de familia
está consistentemente relacionado con mejoras en los resultados”.
Además de la efectividad de este tipo de
intervenciones, el mismo estudio menciona que las políticas familiares que
atienden un ODS en particular, invariablemente tiene impacto en otros ODS, es
decir, el impacto tiene efectos secundarios positivos y por lo tanto el
beneficio se amplía.
Uno de los ODS
estudiados es el número 1 dedicado al “Fin
de la pobreza”.
En el 2013 el 10% de las personas aún vivían
en pobreza extrema, ubicados principalmente en la África sub-sahariana y el sur
de Asia. Para poder erradicar el problema es fundamental definir que familias
se encuentran en mayor vulnerabilidad. De acuerdo al estudio son principalmente
familias monoparentales de madres solteras, familias inmigrantes, familias en
áreas rurales o suburbios urbanos.
Por lo tanto, las políticas familiares que
buscan atender el problema, deben apoyar a estas familias a mejorar sus
capacidades de subsistencia, de servicios y desarrollo como lo es la salud, la
educación y el trabajo. Además es recomendable hacerlo a través de políticas
familiares ya que “la evidencia demuestra que las políticas de protección
social destinadas a las familias son eficaces para reducir las tasas de pobreza
y pobreza extrema en muchos países”, de acuerdo al estudio de SDG´s and families.
Otro de los ODS estudiados es el número 3
dedicado a la “Salud y bienestar”.
Para el tema de salud hay que considerar que
el papel de la familia es insustituible en términos de estilo de vida (dieta,
ejercicio físico), entorno familiar y hábitos sanitarios lo cual es clave en el
cuidado de los hijos y la perpetuación de buenos o malos entornos, estilos y
hábitos. Los padres y otros miembros de la familia juegan un papel fundamental
como promotores naturales de la vida saludable o bien de lo contrario. Por lo
tanto las políticas familiares orientadas a la salud deben propiciar destrezas
parentales para reducir conductas y factores de riesgo.
Vale la pena hacer un énfasis en el tema de
salud mental, donde la familia también es indispensable en problemas como el
suicidio, que por lo menos en EEUU ha causado más muertes en adolescentes y
jóvenes que por cáncer y VIH/SIDA.
Otro de los ODS estudiados es el número 4
dedicado a la “Educación de calidad”.
Una meta de este objetivo es lograr la
“igualación”, es decir, reducir las brechas de desigualdad en acceso a la
educación y permanencia en los programas escolares. Nuevamente la familia es un
agente clave de intervención para la asistencia al aula, el aprendizaje escolar
y brindar recursos adicionales. Las políticas familiares con enfoque en
educación ayudan a maximizar las intervenciones de gobierno y todo esfuerzo por
lograr una educación de calidad.
El último de los ODS ha mencionar es el
número 16 dedicado a la “Paz, justicia e
instituciones solidas”.
En este rubro encontramos luces y sombras en
la familia, potencialidades y riesgos. El estudio antes mencionado hace énfasis
en la imposición violenta de la disciplina, mencionando que más de la mitad de
menores de edad en el mundo la han experimentado. Es fundamental disminuir este
entorno familiar de riesgo a través del conocimiento y actitud de los hábitos
parentales hacia una crianza positiva, e incluso también para la detección oportuna
de la violencia en la escuela, el trabajo o cualquier ámbito de las relaciones
humanas
Por lo tanto, las políticas familiares con
enfoque de prevención de la violencia deben encontrar el justo medio entre los
riesgos (disciplina con violencia o incluso maltrato infantil) y las
oportunidades (detección y prevención de la violencia en otros ambientes),
considerando el interés superior del menor pero sin vulnerar la autoridad de
los padres.
Con lo antes mencionado podemos concluir que
la familia es un puente muy eficiente entre distintos ODS y es un amplificador
de los resultados de las intervenciones de gobierno, por lo tanto se requieren
políticas familiares para lograr las metas de la agenda 2030 de forma más
eficaz y eficiente.
El gran reto para
los gobiernos y las organizaciones de la sociedad civil es lograr generar
políticas integrales y transversales que, basadas en evidencia, trabajen
por las familias y con las familias ya
que estas son una red de apoyo que aportan recursos y capacidades a todos sus
miembros.
Juan Antonio López
Baljarg
@Juanlbaljarg
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