Familia y Estado son dos realidades fundamentales para la vida de las personas y de la sociedad. Son también dos instituciones que están en constante vínculo y que desde una visión ideal, se complementan para lograr el bienestar humano y social.
El Estado se encuentra dentro de la esfera de lo que llamamos “lo público” que es el espacio de encuentro, de diálogo, de debate y de definición de todo aquello que afecta o beneficia a la comunidad. Por otro lado, la familia se encuentra en la esfera de “lo público”, pero también de “lo privado” que es el espacio de definición, decisión y acción de las personas como individuos y que no compete a la decisión colectiva.
Significa un gran reto encontrar el punto exacto donde termina “lo privado” y empieza “lo público” y viceversa. Sin embargo es una labor muy importante ya que cuando la esfera pública invade a la privada caemos en problemas como atropello a la privacidad, a las libertades y a la dignidad de las personas. Y, cuando la esfera privada invade a la pública, nos encontramos con situaciones negativas como injusticia y desigualdad social, nepotismo, corrupción…
Entonces, resulta también complicado encontrar el punto exacto de la intervención del Estado en la familia sin caer en intromisión pero tampoco en omisión, siendo tristemente ambas una realidad en la praxis política.
Ante este reto, la International Federation for Family Development ha propuesto una clasificación de dinámicas familiares y el papel del Estado en cada una de ellas:
• Dinámica disfuncional: Propia de aquellas familias que no cuentan con las capacidades internas para cumplir sus funciones sociales como lo son la complementariedad de mujeres y hombres, el cuidado de personas dependientes y la formación y desarrollo de la niñez, adolescencia y juventud. Algunas características de las familias en esta dinámica son presencia de violencia, desigualdad, falta de comunicación, abandono visible y no visible, entre otros.
• Dinámica vulnerada: Propia de aquellas familias que no cuentan con las condiciones externas para cumplir sus funciones sociales como lo son el sustento y protección de sus miembros, acompañar el proceso educativo de las nuevas generaciones y el cuidado de la salud de sus miembros. Algunas características de las familias en esta dinámica son perpetuación de la pobreza y pobreza extrema, problemas de salud prevenibles, rezago o abandono escolar, entre otros.
• Dinámica funcional y autónoma: Propia de aquellas familias que cuentan con las capacidades internas y condiciones externas para cumplir sus funciones sociales. Algunas características de las familias en esta dinámica son la crianza positiva, la corresponsabilidad de mujeres y hombres, la salud física y mental de sus miembros, el balance trabajo-familia, el ingreso familiar para una vida digna y el acceso a mejores oportunidades de las nuevas generaciones.
Ante estos tres tipos de dinámicas se propone intervenciones distintas por parte del Estado:
• Ante familias con dinámica disfuncional se requiere de una intervención del Estado que al ser reactiva debe ser inmediata, debe ser prudente buscando la protección de los miembros de la familia y de la unidad familiar cuando esto sea posible, y debe ser cualitativa ya que el juicio de la intervención debe realizarse con base a la situación particular, no hay “fórmulas mágicas”.
• Ante familias con una dinámica vulnerada se requiere el apoyo por parte del Estado el cual debe ser preventivo, debe ser transversal ya que implica distintas áreas del desarrollo y por lo tanto también de la administración pública y debe ser cuantitativo, buscado apoyar a sectores específicos de la sociedad.
• Ante familias con una dinámica funcional y autónoma se requiere respeto por parte del Estado y también se debe contar con el reconocimiento del aporte social que brindan las familias a la esfera privada y desde una visión de colaboración.
Ante este planteamiento, el Instituto de Análisis de Política Familiar (IAPF) propone a las instituciones públicas y privadas la elaboración de un Estudio de Dinámica Familiar que permita conocer la realidad familiar que se vive en cada municipio, en cada estado y en todo el país con el fin de diseñar políticas y programas que respondan a la realidad de las familias en cada comunidad.
Un programa de fortalecimiento familiar efectivo puede ayudar a reducir el número de familias con dinámicas disfuncionales y vulneradas y aumentar el número de familias en dinámicas funcionales y autónomas. Esto a mediano y largo plazo también permite reducir el gasto público para atención de los problemas sociales y contar una base social sólida afianzada en familias fuertes que aportan un gran capital social para el presente y futuro de la comunidad.
Juan Antonio López Baljarg
Director general del Instituto de Análisis de Política Familiar
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