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“EL LIBERALISMO ES FALSO, PERO LA LIBERTAD ES VERDADERA”

“Vivimos un cambio de época, cuyo nivel más profundo es el cultural. Se desvanece la concepción integral del ser humano y su relación con el mundo…” Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe

Durante la Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe, se habló sobre un “cambio de época” el cual diversos autores como Rodrigo Guerra, Director del Centro de Investigación Social Avanzada (CISAV) le han puesto nombre: Posmodernidad.

La posmodernidad se ha entendido como la época que sucede a la modernidad, caracterizada por la crisis de instituciones y de verdades, fundamentadas en la razón y el método científico. Su fundamento es la libertad donde lo más importante es la capacidad de elegir de forma libre y autónoma,  capacidad reconocida hoy como el “derecho a decidir”.
El “derecho a decidir” se ha vuelto la bandera que da la bienvenida a la posmodernidad a nuestra sociedad, el cuál vemos reflejado en varios conceptos y acciones. Uno de ellos, el derecho al libre desarrollo de la personalidad.

En nuestro país, encontramos el concepto de “libre desarrollo de la personalidad” en el proyecto de la Suprema Corte de Justicia en materia de uso de la mariguana con fines lúdicos; también se encuentra como argumento para permitir la práctica del aborto en cualquier etapa de la gestación; como fundamento en la iniciativa de reforma del Presidente para permitir el matrimonio entre personas del mismo sexo; inclusive también lo encontramos como un derecho en la Ley General de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes.

El “derecho a decidir” es la bandera de la posmodernidad y el “libre desarrollo de la personalidad” es el arma con la que intenta conquistar nuestra cultura y los sistemas de gobierno.

Frente a esta ola que amenaza con destruir a la familia y a la persona, bases de nuestra sociedad, ¿qué análisis podemos hacer?

Antonio Caso habla de una moralidad de la cuál se desprende la libertad. La  libertad no puede entenderse como un mero acto de voluntad. La libertad es plena cuando va de la mano de una inteligencia capaz de discernir “lo que realmente quiero” y no solamente “lo que deseo”. Actuar en libertad muchas veces significa hacer valer la voluntad para actuar de acuerdo a “lo que realmente quiero” a pesar de “lo que deseo”. Esta suma de inteligencia (para reconocer lo que es mejor para mi) y voluntad (para realizarlo) da como resultado una libertad plena.

Cuándo la libertad se considera como un absoluto y el único fin de la humanidad, se convierte en un liberalismo egoísta. Más grave aún, cuando esta libertad mal enfocada se le considera como única verdad que despersonaliza al ser humano.

El liberalismo se escuda de cualquier ataque argumentado que nada puede ir contra de un derecho tan grande como lo es la libertad. El problema es que esta ideología no representa este derecho en su naturaleza más profunda. Antonio caso menciona al respecto: “El liberalismo es falso, pero la libertad es verdadera.”

Cualquier totalitarismo que busca imponer una ideología como sistema político, social y cultural, atenta contra la dignidad de la persona humana. Caso hace una crítica al positivismo, al racionalismo, al marxismo… hoy ¿podemos hacerla al liberalismo?

Un posmodernismo que reduce a la persona a la búsqueda de sus caprichos, que legitima los deseos por encima de la naturaleza humana, que hace una apología de las minorías y que discrimina a todo lo que se oponga a esta postura, por supuesto que atenta en el fondo contra la persona humana.


Juan Antonio López Baljarg

@Juanlbaljarg

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