Hace unas semanas el Instituto para la Rehabilitación de la Mujer
y la Familia (IRMA) cumplió su 15 aniversario. Esta organización se encarga,
desde su fundación, de atender a mujeres que han abortado (voluntaria o
involuntariamente) y que han presentado un efecto denominado síndrome
postaborto.
Después de escuchar varios testimonios y las palabras de María del
Carmen Alva, presidenta y fundadora de IRMA, quisiera compartir algunas
reflexiones…
¿Qué es el síndrome post-aborto? De acuerdo con la Dra. Ximena
Fuentes, psiquiatra de la facultad de medicina la Pontificia Universidad
Católica de Chile, el síndrome postaborto es “el efecto que el aborto produce
en la salud mental de la mujer que lo vivencia, sobre todo si es provocado”.
Algunos de sus efectos son síntomas de depresión, de ansiedad,
entre otras reacciones psicológicas muy similares al estrés postraumático. Cabe
mencionar que este síndrome se encuentra catalogado dentro del Manual de Diagnóstico
y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-IV).
A pesar de que la agenda proabortista promueve el aborto como
“seguro” y que no tiene ninguna consecuencia negativa en la mujer, la realidad
nos dice que 8 de cada 10 mujeres que se realiza un aborto voluntariamente
llega a presentar el síndrome postaborto. Es una irresponsabilidad que existan
organizaciones y personas trabajen activamente en favor del aborto y que
ignoran u ocultan estas estadísticas.
Las estadísticas de este síndrome no se quedan en simples números.
Estoy seguro que la mayoría de nosotros conocemos a mujeres que han decidido
abortar y hemos sido testigos de lo que esta decisión provoca en ellas
psicológica y emocionalmente.
Como sociedad debemos ver esta cara de la moneda que el mundo se
niega a aceptar. Debemos ver la realidad y ver que las mujeres que son
orilladas a tomar esta decisión sufren en silencio, siendo víctimas de un
movimiento proabortista que no ve más allá de sus propios intereses.
Se le debe dar verdaderas soluciones a la mujer embarazada en
desamparo, el aborto no soluciona nada. Por otra parte, como sociedad debemos
reconocer las dificultades que vive una mujer que ya ha tomado esta decisión,
comprenderla y apoyarla.
Los padres deben comprender que sembrar temor en sus hijas por un
embarazo las puede orillar a un aborto. El hombre debe respetar y proteger a su
pareja, motivarla al aborto es un acto egoísta por parte de él. La sociedad
tiene una doble función, apoyar a la mujer embarazada y a la mujer que ya ha
abortado.
Es muy alentador conocer que instituciones como el Instituto para
la Rehabilitación de la Mujer y la Familia trabaja realmente por la mujer y su
bienestar. Durante 15 años IRMA ha sido “una esperanza para quién ha perdido un
bebé antes de nacer.”
Juan
Antonio López Baljarg
@Juanlbaljarg
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