-“Entonces, ¿Sócrates
decidió cumplir la pena de muerte a pesar de que tuvo la oportunidad de huir y
salvar su vida?”-. -“Así es”- le respondí. -“¡Pues
que tonto!”- concluyó mi alumno.
Y sí, en la actualidad parece tonta esta decisión de quién ha sido
uno de los más grandes filósofos de la historia. El dilema de esta situación en
el fondo es de congruencia. Sócrates estuvo dispuesto a morir siendo fiel a sus
ideales, antes que a vivir siendo incongruente con su pensamiento.
Cada uno de nosotros día a día nos enfrentamos a dilemas similares
al de Sócrates (la gran mayoría de ellos, no tan dramáticos). Y es a lo largo
del día tomamos una cantidad impresionante de decisiones, pero sólo algunas de
ellas son las que ponen a prueba nuestra congruencia.
El ser humano, dotado de inteligencia y voluntad, tiene la
capacidad de discernir lo correcto de lo incorrecto y de actuar en
consecuencia. El dilema se encuentra en que muchas veces dejamos de usar estas
cualidades. Como consecuencia caemos en lo que Enrique Rojas llamó Indiferencia
Pura y Cinismo Práctico.
Primero hablemos de la Indiferencia Pura. El ser humano moderno ha
visto demasiados cambios en muy poco tiempo gracias a los avances científicos y
tecnológicos. Todo lo que deja atrás la modernidad se vuelve “obsoleto”; es así
como el hombre moderno empieza a interesarse más por poseer lo moderno que
buscar lo que es mejor para él.
El problema es que esto se traslada a las normas éticas. Argumentando
que “los tiempos han cambiado” al ser humano moderno deja de interesarse por
buscar lo correcto y actuar según el tiempo en el que vive. Esto es la
Indiferencia Pura, dejar de preocuparse por buscar el bien para actuar de
acuerdo a lo que sea socialmente aceptado en ese momento.
El segundo nivel es el Cinismo Práctico. Nos encontramos en una
cultura del mínimo esfuerzo, es decir, tener libertad pero sin responsabilidad,
mayor placer pero menos esfuerzo… realizar acciones pero sin consecuencias.
Esta dinámica promueve el egoísmo que es la base del cinismo.
El ser humano moderno inserto en esta dinámica egoísta, cuando se
enfrenta a un dilema ético, aun conociendo lo correcto prefiere lo que más le
conviene en ese momento o lo que es más fácil para él. Si la indiferencia es dejar de interesarse
por buscar el bien, el cinismo es conocerlo y aun así actuar de forma completamente
diferente.
Lamentablemente, el mundo de hoy está lleno de indiferencia y
cinismo; pero entonces, ¿por qué nos sorprendemos de actos corruptos, de hechos
violentos y situaciones injustas en nuestro país?
El verdadero cambio, el que es de fondo y perdurable, se encuentra
en que cada uno de nosotros sea lo que debe ser y haga lo que le toca hacer.
Esto es la congruencia, la que supera las corrientes indiferentes de la
sociedad moderna y que rechaza los actos cínicos tan deseables en el mundo de
hoy.
Y que como a Sócrates nos llamen tontos, que nos llamen locos. Pero
como dijo atinadamente Steve Jobs: “…aquellos que están lo suficientemente
locos como para pensar que pueden cambiar el mundo, son quienes lo hacen.”
Juan Antonio López Baljarg
@juanlbaljarg
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