“Todo depende del cristal con que se mire.” Esta idea parece sensata, pero si bien es cierto que existen distintas perspectivas y diferentes formas de pensar, esto no significa que todas sean correctas. No con esto quiero decir que pierda legitimidad el derecho a la libre expresión; lo que manifiesto es que es tan valida la libertad a expresar ideas, como lo es, la necesidad de encontrar la verdad en medio de todas las perspectivas
Pensar que existen verdades absolutas pareciera “retrógrada” en
nuestros días, pero es imposible poder entender la realidad (y por lo tanto
actuar en ella), sin comprender que la verdad es única y no está sujeta a
opiniones. Pensemos, por más que existieran
opiniones sobre la lluvia, todos sabemos que si nos exponemos a ella acabaremos
mojados.
Si en cuestiones como la ciencia, parece lógico y confiable
entender que la verdad no puede estar sujeta a opiniones, ¿por qué es tan
complejo hacerlo en lo que respecta a lo que es correcto e incorrecto, donde la
moral aparece como una serie de reglas subjetivas y obsoletas? Por
consecuencia, vemos que cada quién pueda generar su propia verdad y que actúe
de acuerdo a ella.
Es ahí en donde surge una corriente de pensamiento que promueve la
inexistencia de verdades absolutas, promoviendo que toda la verdad es relativa,
y que la manera de actuar dependerá de la perspectiva de cada persona. A esta
forma de pensar y de vivir la llamamos relativismo.
Pensar que todo es relativo es absurdo en sí mismo (creer que
“todo es relativo” es una frase absoluta, por lo tanto se niega a si mima). No
podemos creer que todo depende de las circunstancias o de nuestro punto de
vista, ya que la verdad es el conocimiento de la realidad, no es la creación de
la misma. Pensemos nuevamente, aunque yo opine o quiera creer que la lluvia no
tendrá efectos en mi, no evitaré que cuándo salga en una tarde lluviosa, quede completamente
mojado.
Lo mismo pasa con el tema de la moral, ya que podremos esconder la
verdad o modificarla a nuestra conveniencia pero tarde o temprano nos
enfrentaremos con la realidad, y terminaremos todos mojados. La moral no es un
asunto de premios o castigos, se trata de conocer la realidad humana, tomar
decisiones de acuerdo a ese conocimiento y estar preparado para sus
consecuencias.
Si entendiéramos a la
moral, como el camino que conduce a la humanidad a ser más humana, y que
por lo tanto permite a la persona actuar de acuerdo a su propia naturaleza,
podríamos encontrarle un sentido y una razón de ser.
En la actualidad todos tenemos un punto de vista para todo y es
tan válida una opinión como lo es otra. El problema es que se ha confundido la
libertad de expresión con una falsa creencia de que todos podemos construir la
verdad, lo cuál es realmente absurdo.
El conocer, entender y promover la verdad del ser humano a la luz
de la moral, no es retrógrada, no es subjetivo, no atenta contra la libertad de
expresión, ni discrimina a nadie. Tampoco va en contra de ningún sistema democrático.
Ya lo dijimos, la verdad es, y esa no está sujeta a ningún consenso. Sería
absurdo pensar que la lluvia dejará de mojar sólo porque todos lo creemos (o lo
quisiéramos).
Al final, el actuar de acuerdo a la moral, no es más que mantener
una armonía entre lo que somos y lo que hacemos. No es seguir una serie de
limitaciones, sino vivir la lógica de nuestra naturaleza humana.
Es sencillo y hasta conveniente.
Vivir la lógica del ser humano que plantea la moral, le da una armonía a
nuestra existencia, a la cuál nosotros llamamos felicidad.
Juan Antonio López Baljarg
@juanlbaljarg
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