¡Qué fácil es defender la libertad del ser humano! Y además, qué
necesario… Pero qué difícil es determinar que es lo correcto y lo incorrecto en
el uso de nuestra libertad.
Y es que en la actualidad surgen muchas dudas sobre los derechos
humanos, los valores morales y las libertades del ser humano. En lo que creo
que todos podemos estar de acuerdo, es que en el debate participan personas con
buenas intenciones… pero que no se ponen de acuerdo.
Podemos poner como ejemplo el debate acalorado que se ha dado por
el surgimiento de la Comisión de la Familia en el Senado. Y es que temas como
la homosexualidad y aborto, generan una gran polémica.
Humanamente, podría ser lógico que duela el pensar que en pleno
siglo XXI se discrimina a una persona por su preferencia sexual, o cuando se
viola el derecho a decidir de la mujer embarazada. Entonces, si en principio
pareciera tan lógica la postura a tomar ¿porqué la controversia?
En primer lugar debemos entender que temas como la homosexualidad
y el aborto tienen en común un aspecto: el uso de la libertad. Este derecho ha
sido muy golpeado a lo largo de la historia de la humanidad, es por eso que el
día de hoy molesta e indigna una violación a este principio.
Vemos que la libertad se ha puesto, en muchas ocasiones, en el
peldaño más alto de los derechos humanos, pero ahora bien, cuándo tenemos la
libertad, ¿qué sigue?. Porque si la libertad fuera el fin
último, aquel hombre que decide asesinar a una mujer después de violarla,
estaría ejerciendo su derecho y no habría porqué hacer un drama de ello. Entonces,
la cuestión es ¿qué hacemos con nuestra libertad?
Y es que definir si actuamos correcta o incorrectamente no tiene
que ver con lo “moralmente correcto” o con lo “socialmente aceptado”, sino con
uno mismo. Si un niño supiera que al caer en excesos en su alimentación puede
provocar problemas serios a su salud, seguramente lo pensaría mejor antes de
llevarse algo a la boca, por su bien, no porque sus padres esperen eso de él.
Ese es el punto.
Aquella persona que hace uso de su libertad a pesar de que sea en
perjuicio propio, al final se hace esclavo y enemigo de sí mismo. Paradójico
pero cierto y muy común en nuestros días. Es así como pervertimos nuestra
libertad y creemos que aspectos como la moral son cosas obsoletas o
prejuiciosas.
Dejemos de acomodar la moral a nuestros propios intereses, y dejemos
también de juzgar y señalar, todos estamos de acuerdo en buscar lo mejor para
la persona y su bienestar, hagámoslo con honestidad y con conocimiento,
sabiendo que lo correcto en ocasiones no es lo que yo deseo inmediatamente,
sino lo que es mejor para mi.
Si entendiéramos a la moral como la búsqueda del bien, no porque
los demás nos lo piden o porque lo esperan de nosotros, sino porque al final es
lo que nos hará bien a nosotros mismos, le encontraríamos una razón de ser y
algo mucho mejor, un uso práctico.
La moral debemos verla como la línea recta (con recta me refiero
al camino más corto) que lleva a la humanidad a ser más humana. ¿Y qué es más
humano? Eso es un tema para otro día…
Juan Antonio López Baljarg
@juanlbaljarg
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