Hace algún tiempo leí “El mundo de Sofía”
de Jostein Gaarder y mientras leía el libro hubo una frase que me llamó la
atención y la compartí en una red social. La frase era “¿Qué habría sido Europa
sin la Edad Media?”, casi inmediatamente un amigo comentó mi publicación, su
comentario era “Es broma… ¿verdad?”. Posteriormente tuvimos una breve discusión
sobre el tema.
Me llama la atención la firmeza de la
opinión del compañero mencionando, misma que transmitía en forma de ironía.
Parecía que mi comentario no cabía en la lógica de su conocimiento de la
historia de la humanidad, en la cuál, se nos ha enseñado que la Edad Media fue
una época de oscurantismo y de parálisis intelectual.
Lo cierto es que no podemos concebir a las
grandes naciones (de Europa) si no es por la Edad Media. Las grandes naciones
se conformaron en la edad que para muchos es de oscurantismo. Las bases de la
sociedad occidental se consolidaron en esta época que fue de más de mil años.
Para fines del estudio de la historia,
podemos decir que la Edad Media terminó en el siglo XV. Es decir, del término
de esta época a la actualidad han pasado unos quinientos años aproximadamente,
la mitad de lo que duró el “oscurantismo”.
Ahora bien, ¿qué ha pasado en esta mitad
de milenio? Se han suscitado grandes transformaciones en diferentes aspectos:
tecnológico, científico, filosófico…
Me detengo brevemente en los cambios
político–sociales. En la Edad Media las grandes esferas del poder era la
Iglesia y el Imperio. En estos quinientos años se ha dado una transformación de
esta concepción de gobierno.
Empezando por la gran ruptura que generó
la Ilustración a la cosmovisión de la humanidad. Desde la ruptura religiosa de
Lutero, pasando por la ruptura ética de Maquiavelo, hasta la ruptura
jurídico-política de Bodin y Hobbes.
¿Qué pasa en nuestro país? Al mismo
tiempo que Martín Lutero publica sus 95 tesis en América desembarcaba un
español llamado Hernán Cortés. Mientras en Europa se originaba el primer cisma
de la Iglesia Católica en América, a través de la cruz, se evangelizaba y se
culturalizaba a todo un contiene. El mundo de Hispanoamérica fue completamente
ajeno a la ruptura generada en la Edad Media.
Llegamos al siglo XVIII en Europa, donde
la monarquía absoluta es reemplazada por el liberalismo donde esta nueva forma
de concebir la realidad es más absoluta que el mismo absolutismo. La libertad
es implantada por grupos de elite a la sociedad.
¿Qué pasa en nuestro país? En una
realidad que no conoce de rupturas ni de cismas, inician las primeras olas del
liberalismo que concluyen en los famosos movimientos de independencia que al
igual que en Europa fueron impulsados por grupos de élite que nada les
importaba la sociedad en general. El liberalismo desarticuló el modelo de la
sociedad de Hispanoamérica pero no supo sustituirlo. El resultado es una lucha
entre liberales y conservadores que intentan implementar modelos anglosajones y
europeos sin reconocer la realidad de la sociedad que supuestamente defendían,
fracasando una y otra ves. Esa es la historia del siglo XIX en nuestro país.
Y así nos podemos pasar el resto de
siglos que nos faltan hasta llegar al siglo XXI, en dónde podemos recorrer las
corrientes democráticas que no surgen en México, con sus respectivas
caricaturas de democracia en nuestro país abanderadas por Don Benito y Don
Porfirio. Pasando por las corrientes totalitarias del comunismo y el fascismo
hasta la corriente de estado de bienestar, en donde nuestro país ha jugado de
todo un poco, viendo desgracias como el anticlericalismo de Plutarco Elías
Calles, pasando por la corporativismo de Lázaro Cárdenas hasta la tecnocracia
de fines del siglo XX.
Hemos vivido retrasados, desfasados y
cometiendo cada error de la cultura de occidente. Lo peor de todo es que lo
hemos hecho con malas copias y a veces de mal gusto. Hemos parecido estos
últimos dos siglos el “wanna be” de la civilización occidental, pero no nos
sintamos tan mal, nuestros hermanos sudamericanos andan por las mismas
(obviamente esto último es ironía).
Pero lo pero no acaba ahí. Hoy la
civilización occidental sufre una transformación más, en donde el modelo de
Estado (ya varias veces transformado) está sufriendo una nueva crisis. La
globalización y la heterogeneidad social (cultural, religiosa y moral) hacen
muy difícil la lectura de la sociedad actual, una sociedad posmoderna.
Y en esa crisis surge un nuevo modelo, un
intento de mantener al Estado el legitimidad en medio de tanta confusión y
transformación. La gobernanza busca mediar esta situación compleja regresando a
la sociedad algo del poder que nunca le han dado, regresando las instituciones
a una sociedad civil que nunca las ha tenido.
Ni el absolutismo, ni el liberalismo, ni
la democracia, ni el totalitarismo le han dado la confianza de otorgarle el
poder a la sociedad, en el mejor de los casos le han mentido haciéndole creer
que lo tiene.
¿Qué pasa en nuestro país? Llegamos al
posmodernismo sin entender y copiando todo lo anterior a el. Si el
posmodernismo en sí es complejo, viendo nuestra realidad ¿qué podemos esperar?
¿Qué pasa con la gobernanza en nuestro
país? Si es una ironía en el mundo occidental en nuestro país el panorama no es
mejor. La gobernanza suena bien en la teoría, pero para distribuir el poder
primero se necesita intención de hacerlo y la historia de Occidente y de
nuestro país es muy diferente a eso.
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