Hace algunos años, en alguna clase de humanidades de la universidad, un compañero de clase y un profesor tuvieron una interesante discusión, el primero defendía la existencia del bien colectivo y el segundo argumentaba en favor del bien común. La clase se volvió una discusión bidireccional en donde los más interesados eran mi compañero y el profesor. El resto de mis compañeros los miraban con indiferencia y algunos con enfado esperando a que terminara la clase. Uno de los problemas era que la materia era de “tronco común”, es decir, todas las carreras debían tomar esa asignatura. Esto se debía a que la universidad, de inspiración católica, así lo había definido con el objetivo de que todos sus alumnos se instruyeran en temas de filosofía y humanidades sin importar su carrera. Acabó la clase y de forma inmediata todos mis compañeros tomaron sus cosas y salieron de prisa del salón esperando hacer algo mejor que escuchar la conversación de un tema que parecía de ninguna impor
Juan Antonio López Baljarg | @juanlbaljarg